¿Mujeres que ayudan a mujeres? ¿En serio?
"En el infierno existe un lugar para las mujeres que no ayudan a otras mujeres", reza un proverbio en una serie magnífica.
En dicha serie se expone magistralmente cuál es la situación actual para un porcentaje alto de mujeres. Dicha situación será el punto de partida de una serie de sucesos disparatados que arrojarán a las protagonistas a una espiral irremontable. Hilarante en la pantalla, pero con un fondo dramáticamente real.
Desempleadas de eterna duración. Desguazadas, expulsadas de todos los mercados en base a unos nuevos cánones... Se encuentran a patadas. Sólo hay que salir a la calle.
Si fueran perros en la perrera, serían carne de inyección.
Y, para colmo, se topan con una postura dudosa por parte del actual feminismo, en el que deberíamos encontrar apoyo.
La mayoría no están así por gusto (¿A quién no le gustaba tener su sueldo y autogestionarse libremente?).
Con paciencia y los dientes apretados, algunas nos hemos adaptado para no darnos contra las paredes. Podría escribirse un libro con cada caso.
A mí no me gusta contar mi vida porque todos tenemos una; cada cual con sus habas cocidas y algunos hasta podridas.
Mi fichero es largo, complicado y, sobre todo, tedioso. Tedioso hasta para mí, que lo único que deseo es seguir persiguiendo la luz que se me hizo visible al final de uno de los múltiples túneles que he escarbado durante casi diez años, desde la celda de trabas y limitaciones en que caí tras ser madre.
Dicho túnel, el que me permite distinguir algo de luz tras sus grietas, llenándome de esperanza y posibilidad de futuro, es mi libro.
Y precisamente mi libro fue, ayer por la tarde, el causante indirecto de la inesperada y paradójica situación que viví en una librería supuestamente feminista.
La dueña lo rechazó por no venir de editorial, bajo argumentos sin base ni respeto a la inteligencia de quien los escucha. No es la primera vez que un fiel siervo de las editoriales me trata como a un insecto en su librería. Pero la negación rotunda de oportunidad a una vilipendiada de cuyo lado dices estar... Hipocresía pura y dura.
Cualquier escritor mínimamente informado sobre la posibilidad de que su libro sea publicado por una editorial, sabe que a cada una le llegan cada día unas mil propuestas literarias y que, si no eres familiar o íntimo amigo de..., tendrás que autopublicarte.
La situación vivida en la librería que se dice feminista me lleva a reescribir el proverbio citado al comienzo:
"En el infierno debería existir un lugar reservado a las mujeres que dicen ayudar a otras mujeres y no lo hacen".
Llegada al punto en que supe que solo malgastaba mi energía, le pedí mis marcapáginas, cuya imprenta me sale por un ojo y, con toda seguridad, habrían acabado en la basura. Me despedí amablemente, pero confieso que, antes de cruzar la puerta, me tentó la idea de decirle:
"Deberías cambiar el rótulo de la entrada por uno que diga:
Librería para mujeres con una vida perfecta o solucionada. Las demás que se pudran".
Pero prefiero emplear mis energías en lo que me hace sentir bien: aprender y compartir. Y, por supuesto, escribir.
